te muestro una que no fui,
te invito a regocijarte en formas inconstantes,
te mareo con vestigios de mi alma,
de un amor.
Otras veces me gustaría
volver a la
virginidad mental
que me
provocaban los 14 años
y encontrarte
como solía hacerlo,
como una vez
supe,
porque el
pasado, el condicional y posesivo
me amordazaba
las ideas,
los deseos, la
corteza débil de mi piel,
los primeros
besos,
la angustia
del orgasmo.
Pero vuelvo
y me encuentro en tus ojos
que son los profundo de la tierra,
la savia de la corteza que me atraviesa
y me pierdo en frecuencias
indescifrables
que a veces son horas
pero que me arrancan los improperios
del alma,
o te buscan, simplemente,
en tus raíces;
Que no entiendo,
que me pierdo pero que me llevas a la
locura y a la conmoción,
que violentas mis ideas
sólo porque están viejas y olvidadas;
que me gustaría escupirte con odio todo el amor.
...y entonces
el paralelismo de las ideas; la ambigüedad.
Pero te quiero, entonces vuelvo.
Ilustración: Ansilta Santos
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