Monday, August 30, 2010

Sábado


Cerraban los ojos por turnos, como si entre ellos se prestaran un rato el placer de la cajita musical que se entreve en sus ojos-persianas.

Arriba los duendes gigantes y sus gorros de helado bailaban con la tormenta y yo me sonreía
como si el regalo fuera para mí
y los miraba queriendo robarme sus labios mordidos
de no saber contener el amor
ni en las manos ni en la voz...