Tu casa destila fluidos, como los cuerpos
que le infunden movimiento por las noches.
Felinos y humanos se yuxtaponen
y dejan que el amor los haga,
que interprete sus delineados musicales
y depure la historia
en lagrimas de dragón.
A veces, esa sensación
de sentirnos uno con el otro
se traslada a la cocina y hace la cena,
se mira a si mismoa a los ojos,
nos ceba mate.
Luego, le infunde su sagrada desnudez
a todo tu espacio
y cada pedazo de suelo se entera
de sus pies tibios, vírgenes.
Acá la gente barre las calles
con hojas de palmera,
el sol sale todos los santos.
Allá la lluvia desborda las alcantarillas
y nuestras lagrimas fecundan los labios
de donde brotan las palabras.
Tu hoja de sauce se suelta y surca el viento.
Mis campos inmediatos se abren,
para poder concebir tu naturaleza.
Tu amor penetra, cual puñal,
lo profundo de mi tierra.