Tuesday, February 12, 2008

Amanecer

No quise reclamarte que nunca fuiste mía sin realimentar el ardor de los silencios de esas noches.
Aún extraño amanecer con vos en los "Buen Día", inspirar el olor a tu piel y a mi piel transpiradas.... Sentirte lejana, caminando hacia allá en donde siempre preparabas té, como todavía dormida... lejos, recordando tus sueños-pesadillas, las improntas de tu inconciente todavía en la almohada.
Es extraño sentirte así porque estás como lejos, lejos de ser una sola cosa, un fluir de respiraciones y transpiraciones, el océano hecho de nuestras ganas. Me gustaba pensar en que podría levantarme y saber cómo rozarte para que tus ojos lejanos vuelvan a mí y se cierren mientras gemis, como si todavía estuvieras despertando.
Y tu vientre entre mis manos.

No sé si habrás perdido el hilo de las ideas que te interrumpía con mi don de escabullirme con tus muslos y desglozarte, adivinar lo que pensabas o quizás sólo inventarlo para rellenar.
No hablábamos mucho. Vos te limitabas a dejarte llevar, dejarme que te haga el amor, envidiarme y odiarme, sentirte débil, mía, siempre mía. A mí, una que otra vez se me habrán escapado algunas palabras que sólo lograban que lloraras en silencio.
Nunca te entendí; algún día nos habríamos cansado de ello.
No entendía por qué llorabas ni adónde te ibas con esos ojos después de hacer el amor.

Quizás yo te recordaba a alguien. No sé. Te inventé un nombre para mí porque nunca me creí el tuyo. Era demasiado mayor. Yo te habría puesto alguno pálido, débil.
Asumía constantemente mi machismo, pero es que me provocaba cuando me mirabas sin rencor, sin que yo te hubiera llamado la atención. Me mirabas como de costado y tus labios se entreabrían.
Nunca supe que significaba eso. Quizás sólo querías suspirar el amor que yo te dejaba en la piel, pero ahí nomás yo caminaba hacia vos,
y vos sabías.


Sofía.
12/02/08

Creencia

Creemos que asistimos a la inevitable noción de sabernos buenos, bienes,

remontables barriletes en donde a veces fluctúan nuestros andares en/a pesar de los vientos, anudados al cordón umbilical de las manos, esas que a veces duelen y admiran el salto.

El tramo es largo,
tu vaivén suele acunarme en cuanto asume la insinuación.

Y ahí nomás surgen tus cadencias
invertidas en mis acordes, saboreando la poca continuidad en que solemos marear la tensión y el reposo, en donde mis labios tienen frío y aman tu sal,
la dulzura que deshaces en tus pasos con la que vas tallando mis huesos,
Sí... a tu manera. Esa que arde, lejana.


Es que volvés y hacés de mi lo que hacés de tus ganas,
acurrucas tus manos en el calor de las palmas,
gimiendo el sol...
...acercando la distancia.

Sofía.

01.02.08