Wednesday, April 07, 2010

Otoño

Sabés,
ahora que me miro al espejo
me doy cuenta que se me desprendieron
esas hojitas secas,
vaya a saber uno si de ser vegetal
o de libros viejos de poesía sacra,
devota al amor lleno de espinas
y de amorseco,
pinchudo.

Ahora te descubro como afluente
y tierra fecunda
en unos ojos verdes,
unas manos blandas al amor
dulces y tiernas que lo acarician 
y lo cuidan.

Y que también se frotan
las cicatrices de las heridas,
porque viste
al principio cómo dolían y ahora ya pican,
dan ganas de arrancárselas a lo bruto,

como cuando el árbol deja ir las suyas
y el viento lo ayuda.




Fotografía: Ansilta Santos


Tuesday, April 06, 2010

Arenga el silencio

Qué loco que no hayamos podido hablar con las palabras, porque tus poros me contaban tan bien de vos y de mí cuando en las vigilias me suspiraban unos secretitos de esos que sonrojan.

Sonrío. Porqué.
Sí, así, sin signos de preguntas ni entendimientos, sin embargo lo hago y un montón de gramática de crustáceo
se me interpone, y qué.

Debe haber sido la saliva, la savia, la salvia,
el mar que nunca hubo pero que tu gracia avisaba.
Y sí, indagar en otras concavidades; quizás no éramos específicamente sino que reflejábamos un poquito de estas cositas, pedacitos de mica brillante de otras pieles, y qué hermoso se ve, mira.

A veces tengo que andar confesando por ahí que realmente no sé la diferencia entre acá y otra piel y más allá el intelecto que, pobre, lo dejé huir despavorido de mi nueva vida, la verdad ya no lo quiero tanto tanto y este yo abarca más.

Otros labios me besan las manos alguna que otra mañana
y yo sin preguntar.

Ya no quiero saber de más.


Sofía - 06/04/2010





Ilustración: Ansilta Santos