Monday, March 12, 2007

Cuento



Eterna, gritó la luz al reflejarse en sus casi llantos enmohecidos por las horas.
"Más adelante la vio saltar y jugar con el futuro".
Eterna, retumbó una lágrima en el cemento frió de la lápida del profundo amor que la engendró a la vida.
Eterna, le dijo despacio y luego se apropió de sus salvajes labios
y profundidades, todas, para asentar como primera, "y no última", le
dijo, vez. Para desaparecer.
Milena, atravesó alcohólico el pecho de su húmedo y finito
compañero sexual. Luego se abrió paso entre sus poco vírgenes muslos
para violar su memoria y rebelión por siempre... Para siempre...
Libertad, exclamaron las cuerdas del cello con el cual huyó hasta nunca.
Milena, pero esta vez ella lo atravesó, oscuramente conciente de
que quería matarlo lo más posible y lo más dolorosamente, hasta
satisfacer sus entreverosas entrañas.

Eterna, la encontró despacio nuevamente y le prometió la libertad en su alma, en su mente.
Milena, le susurró, y ella se asustó, para regresar despacito hasta sus ojos y brazos fríos...
"Pero no tengas miedo", le pidió, "por favor".
"Por favor", repitió ella.
"Ahora sí", le dijo, "Eterna", selló en su instinto y en su nombre su infinito destino, y la locura se enterró en sus venas.
"Milena...", se dijo. "Ahora sé. Ahora entiendo..."

Y así se hizo.


Sofía.

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