Qué loco que no hayamos podido hablar con las palabras, porque tus
poros me contaban tan bien de vos y de mí cuando en las vigilias me suspiraban
unos secretitos de esos que sonrojan.
Sonrío. Porqué.
Sí, así, sin signos de preguntas ni entendimientos, sin embargo lo
hago y un montón de gramática de crustáceo
se me interpone, y qué.
Debe haber sido la saliva, la savia, la salvia,
el mar que nunca hubo pero que tu gracia avisaba.
Y sí, indagar en otras concavidades; quizás no éramos específicamente sino que reflejábamos
un poquito de estas cositas, pedacitos de mica brillante de otras pieles, y qué
hermoso se ve, mira.
A veces tengo que andar confesando por ahí que realmente no sé la
diferencia entre acá y otra piel y más allá el intelecto que, pobre, lo dejé
huir despavorido de mi nueva vida, la verdad ya no lo quiero tanto tanto y este
yo abarca más.
Otros labios me besan las manos alguna que otra mañana
y yo sin preguntar.
Ya no quiero saber de más.
No comments:
Post a Comment