Monday, April 10, 2006

Arena y Sal



Mi arena en tus suelos
se hace impenetrable
a la altura de tu ombligo
resconstruyendo la imagen de hace unos días
en mi cama,


rompiendo con la estructurada rutina
de nuestros pies hacia el nuevo día.

Allá a lo lejos una sombra blanca
se sumerge en el mar
como en su propia conmensurable blancura.

Mis pies desean la salada espuma
que ofrecen tus océanos
pero mi estadía se hace larga en esta sombra.

Siguen golpeando mis lágrimas
en estos suelos,
rogando que algún día
termine la tortura de las horas
en mis ojos.

Sólo el viento me acaricia ya la piel
las maneras, los labios. 

La no estructurada rutina
de mis abrazos.

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